(Resteado en la Noticia. 22 de Diciembre de 2016)-Un gran número de imitadores, melodías de cientos de canciones, incontables anécdotas y ocurrencias y los hijos que continúan su legado hacen que Diomedes Díaz sea inmortal, pese a que hace 3 años partió a la eternidad.
Asi es, como Colombia recuerda y conmemora al Cacique de la Junta, Diomedes Díaz. Como en las épocas en las que sacaba a la luz un nuevo trabajo musical, o cuando cumplía años, la romería de gente siempre lo rodea, por eso ya se ha vuelto tradición en Valledupar, por parte de sus seguidores, visitar su tumba ubicada en el Cementerio Jardines del Ecce Homo de Valledupar, mientras que sus hijos le brindaran serenatas con sus propias canciones.
Igualmente se recuerda como el año pasado, Rafael Santos, su hijo mayor, entonó "Mi Muchacho", una de sus canciones más queridas, también rindió homenaje póstumo al ‘Cacique de la Junta’ con su voz, Orlando Liñán quién con mucho éxito interpretó a Diomedes Díaz en la bionovela de RCN, acto que año tras año no solo es esperado sino que también representado por muchas personas no solo en Colombia sino en toda América Latina, esto con el fin de rendirle honores a quien honores merece.
Todo va tan de prisa que parece que fue ayer. Aquella tarde del 22 de diciembre de 2013, en las invisibles campanas del viento se escuchaban los sonidos del dolor y de los rostros afligidos emergía un invierno de lágrimas. Diomedes Díaz Maestre, el ídolo del canto vallenato, yacía en la placidez del sueño eterno.
Nuestro afamado cantautor vivió estremecido por la alucinación de Las Musas, tal vez en su alma apuntaba la innegable intuición que según el filósofo Platón: “todo aquel que osara aproximarse al santuario de la poesía sin estar agitado por este delirio de las Musas, quedaría lejos de la perfección; siempre sería eclipsada la poesía de los sabios, por los cantos que respiran divina locura”. Diomedes vivió la divina locura, con el don de la gracia para el canto. Era un cantante natural que ostentaba el poder de seducción e irradiaba pasión y éxtasis.
Era un actor que vivía la canción, contagiaba sentimientos, se mecía entre las olas del goce romántico del amorío y la lejana penumbra del despecho. En ocasiones, el movimiento de sus hombros bordeando la caligrafía del remolino, e incitaba a la euforia en los corazones desbordantes por los alegres acordes de un merengue vallenato o de otro ritmo tropical.
Diomedes vivió lo que tenía que vivir. Nadie puede ufanarse de profeta para cuestionar la vida del artista y propagar las falsas afirmaciones de que no quiso morir de viejo. No murió por el desorden ni por su desobediencia; si así de fácil fueran las cosas de la vida, los niños no murieran.
La dialéctica de la vida es la muerte, ella no nos espera, nos sigue; es como una sombra intangible que desde que nacemos viaja atada a nuestros pies. El tiempo de morir no tiene edad.
Diomedes era un ídolo de multitudes. Un verdadero artista popular y como ser humano: una luz intensa en su arte, y una débil sombra en sus errores. Somos un encuentro de albor y penumbra en las manos de Dios, ahí pasan los sueños como racimos de relámpagos y los días son girasoles temerosos del crepúsculo. El poeta José Martí decía: “El sol quema con la misma luz que alumbra.
Los resentidos hablan de las quemaduras; los agradecidos hablan de la luz”.
Agradecidos estamos todas las personas a quienes nos gusta la música vallenata, por la alegría y la felicidad que nos regaló Diomedes con sus canciones, que permanecen como tatuaje en la piel del alma. Todos los que pertenecemos a la generación de los años dorados de Diomedes, tenemos recuerdos inolvidables de sus cantos.
Hoy Resteado 96.5fm se unen a esta conmemoración y con la colaboración y dirección artística de Remberto R. Ramírez le realizamos un homenaje de dos horas en el programa "Estelares del Vallenato".
Diomedes Diaz 1957 - 2013
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FUENTE: Jose Atuesta Mindiola/ Elpilon.com
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