Ni ante la muerte Sofía Ímber transigió

(Resteado en la Noticia. 21 de Febrero de 2017)-El trabajo fue su escudo y su bandera. Con sus manos erigió el que en su momento fue el más valioso espacio para el arte contemporáneo en el país. Su mirada, aguda como pocas, completó una de las colecciones de arte más valiosas de América Latina para la época. Su lucidez y postura mordaz la hicieron siempre polémica como mujer y como periodista, pero también admirada o criticada (como ocurre con todo el que vive con pasión) dentro del mundo de la cultura en Venezuela.

Sofía Ímber (Soroca, 1924 - Caracas, 2017) falleció en la madrugada de ayer a los 92 años por los estragos de una neumonía reciente, fecha en la que hubiera celebrado el 73 aniversario de la apertura al público del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofía Ímber (Maccsi) hoy MAC, a secas. La muerte le sobrevino en la ciudad que la acogió a ella y a su familia durante su infancia, y que luego fue escenario de sus pasos, de su ascenso, de sus glorias y de las injusticias cometidas contra ella y su museo que, ni por lo grande que fueron, alcanzaron a borrar el legado que ya había construido para entonces. Sus seres queridos la despedirán a partir de las 3:00 pm de hoy en la capilla 2 del Cementerio del Este, donde celebrarán los actos velatorios. Para mañana se tiene previsto el sepelio, en el mismo camposanto, a las 10:00 am.

Institución de carne y hueso

Durante su trayectoria, Ímber alcanzó dos Premios Nacionales (de Periodismo y de Artes Plásticas), así como reconocimientos internacionales como la Medalla Picasso, de la Unesco; la Legión de Honor Francesa, o la orden de Isabel la Católica. Y es que esta mujer desarrolló (y con éxito) el proyecto de creación de un museo dedicado a la difusión de las artes contemporáneas. Con su trabajo y el de su equipo, convirtió a un galpón del Complejo Cultural Parque Central en un museo, en 1974, y a esa institución en un referente en el continente, al que dirigió hasta  2001, cuando fue revocada de su cargo por el entonces presidente Hugo Chávez.

La investigadora María Luz Cárdenas, la recuerda como "una mujer indoblegable que siempre daba y exigía lo mejor" y esto, cuenta Cárdenas, se percibió especialmente en las colecciones que adquirió para su museo. "Ella tenía un modelo de colección único, que es generar con las obras constelaciones de sentidos. En lugar de escoger varios períodos históricos, iba a la mejor obra y ahí la ponía a dialogar con las demás. "¿Qué voy a dejar? - decía -. Lo mejor". Entonces, tú ves esa colección como una catedral, esas obras juntas empiezan a generar múltiples lecturas y eso la hace infinita".

Este museo alberga, así, obras de Alexander Calder, Victor Vasarely, Marc Chagall, Georges Braque o Fernand Léger, así como de Pablo Picasso (la famosa Suite Vollard) o la recientemente robada y rescatada Odalisca con pantalón rojo de Henri Matisse. No en vano, la curadora Bélgica Rodríguez, asegura que "Sofía dio a los jóvenes la posibilidad de ver obras originales de las que aprender". Esto también lo señala el pintor Jacobo Borges, quien aprecia que "ella acercó a una sociedad a todo lo que pasaba afuera".

Pero Ímber  también apoyó a los creadores venezolanos. Así lo recuerda Borges y también Carlos Zerpa. Ambos no sólo entablaron con ella relaciones de amistad, sino que aceptaron, halagados, que Ímber adquiriera sus obras para el museo. Zerpa recuerda: "Yo estaba apenas empezando cuando ella me visitó por primera vez. Me hizo abrir las gavetas, mostrarle todo, y escogió una obra que era una gran vitrina (…). Siempre soñé con que Sofía iba a ver de nuevo su nombre en su museo, pero se fue antes. Antes del doctorado que le iban a dar en la Universidad Simón Bolívar, antes de la democracia, y antes de recuperar su museo, que es nuestro".

Un periodismo afilado

En una entrevista exclusiva, el periodista Diego Arroyo Gil confrontó a Sofía Ímber respecto a la fama que ganó por ser una entrevistadora "agresiva". Para ella no se trataba de una característica de su personalidad, sino de una inexorable "exigencia de precisión". Si un entrevistador se desviaba del foco y respondía azares no solicitados Ímber le increpaba hasta conseguir la respuesta deseada. 
 Era una mujer de exactitudes y quizás por ello su labor como comunicadora social fue tan efectiva en un mundo que padecía y sigue padeciendo una grave indigestión informativa. 

Pero esta es tan sólo una de las numerosas cualidades que hacían de su ejercicio periodístico, distinguido por el rigor, la agudeza y la calidad que demostró en los diarios Últimas Noticias, El Nacional, El Universal; las revistas Élite y Momento; El Tiempo (Colombia), La Nación (Argentina), así como en la creación de la revista CAL, junto a su primer esposo, el escritor Guillermo Meneses.

La televisión fue uno de los espacios más queridos por la periodista. Su programa Buenos días se convirtió en una referencia del periodismo televisivo en el país: sus punzantes preguntas, sus rápidos análisis y su agudeza para llegar al corazón de los dilemas.

El año pasado, Ímber reveló el entusiasmo que sentía por aquel programa que condujo con su segundo esposo Carlos Rangel (hasta la muerte de éste): "Cuando salía la musiquita de introducción de Buenos días (transmitido entre 1968-1992), yo era como esos caballos que van a correr una carrera y necesitan un estímulo para salir. Pues ese era el mío. Era, al mismo tiempo, una inyección de adrenalina y de angustia, por la responsabilidad de entrevistar a alguien en televisión, en vivo".

En este y sus demás programas televisivos y radiales, la periodista no sólo hacía gala de su robustecido bagaje cultural, sino también de su capacidad de discernimiento y análisis de los acontecimientos políticos más importantes de su tiempo. 

Por Buenos días desfiló un importante número de personalidades de la política y la cultura a escala internacional, desde el maestro Jesús Soto, el filósofo español Juan Nuño, hasta el decimocuarto Dalai Lama, Tenzin Gyatsi.

El periodismo de Sofía Ímber, afirma su colega José Pulido, "tenía siempre como basamento el hecho cultural. La política y todos los demás temas siempre eran mirados a través de la cultura".

Su ejercicio destacaba, según Pulido, por la profundidad y la criticidad de su pluma: "Sabía exactamente qué preguntar". Pero a pesar de que Pulido admira su trabajo como periodista, sentencia que "el gran reportaje de Sofía fue el Museo de Arte Contemporáneo".

Sus memorias fueron narradas por ella en dos biografías: la recordada Yo, la intransigente (1971), y La señora Ímber (2016), escrita en primera persona por Arroyo Gil.

"Es mucho lo que la Venezuela de la segunda mitad del Siglo XX, y la de hoy, le debe a esta mujer incansable", sentencia María Elena Ramos, "el afán por el trabajo bien hecho, por el tiempo bien invertido, por la palabra lúcida y por la significación de la cultura artística en la formación de una mejor comunidad. Sofía deja al país valiosas razones para recordar y para celebrar".


FUENTE: El Universal
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