T/ Yahvé Álvarez
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F/Archivo
Caracas
“¿En cuanto recibes los dólares?”. “Cámbiame
20 dólares por favor, para pagar lo que tengo cancelar en bolívares”. Son
frases que se escuchan en la cotidianidad de los venezolanos que viven en las
principales ciudades del país.
La
economía venezolana atraviesa una dolarización de facto por convicción o por
coacción del mercado. De hecho, el Presidente Nicolás Maduro, admitió en una
entrevista el mes pasado que “ese proceso puede servir para la recuperación y
despliegue de las fuerzas productivas del país y el funcionamiento de la
economía. Es una válvula de escape, gracias a Dios existe”.
La
pérdida absoluta de confianza y valor de la moneda nacional, con una
devaluación agresiva además de una hiperinflación que puede alcanzar cifras que
van desde el 18.000% hasta el 200.000% del Fondo Monetario Internacional,
complica el escenario económico
Ahora
es normal pagar y recibir el vuelto en divisas y las facturas, cuando se hacen,
reflejan el monto equivalente en bolívares.
Tenemos
y padecemos un ajuste de precios en dólares, más allá de las consideraciones
técnicas, todos los bienes y servicios sufren aumentos en medio de las
fluctuaciones del mercado y el innegable proceso especulativo que genera la
incertidumbre sobre el desarrollo de los precios. Hasta el mismo dólar
paralelo, sube y baja, pero los índices inflacionarios no salen del espacio de
la hiperinflación.
Según
señaló la agencia Bloomberg, los venezolanos logran hacerse de la divisa
norteamericana a través de envíos desde el exterior o en casas de cambio
ubicadas en los países vecinos, como Brasil y Colombia.
El
bolívar es la única moneda de curso legal en Venezuela y desde 2003 rige un
control de cambios que reserva al Estado la administración de los dólares, que
ingresan en su vasta mayoría por concepto de venta de petróleo, otra actividad
exclusiva del gobierno nacional.
Esta
realidad se deforma ante la presencia de las sanciones económicas impuestas por
el gobierno de los Estados Unidos, al prohibir al Banco Central de Venezuela
(BCV) realizar operaciones con dólares.
Esto
esto es parte del bloqueo económico que experimenta la nación en sus ya siete
años de recesión y tres años de hiperinflación.
El
Gobierno ha flexibilizado su posición ante el manejo de divisas y de hecho ha
relajado los controles sobre la circulación y posesión de dólares.
Proyecciones
en la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional (AN) registran que: “Para el
año 2019: el PIB llegó a -19%, las importaciones cayeron 31% contra el 2018, el
Desempleo llegó a 33%, mientras que el pronóstico para el año 2020, es que, el
PIB registre un posible decrecimiento de 20%, con una caída de las
importaciones de 15% y el desempleo pueda llegar a 35%.
Según
el Diputado Ángel Alvarado, miembro de la Comisión de Finanzas de la Asamblea
Nacional (AN), a noviembre de este año las cifras “arrojan una inflación
mensual en 35,8%, donde la inflación acumulada cierra en 5.515,6%, y la
inflación interanual en 13.475.8%”.
Sobre
esta misma realidad, el economista Alvarado subrayó en su cuenta de
twiter “la inflación se acelera en noviembre (35,8%) y la navidad se complica
para la inmensa mayoría del país que no tiene acceso a los dólares. Para la
mayor parte de de la gente no habrá hallacas, ni estrenos, ni niño Jesús. La
hiperfinflación está acabando con nuestra tradiciones navideñas”.
LA LECTURA GLOBAL DE LA SITUACIÓN PAÍS
La
realidad paralela del país está en el fenómeno de los “Bodegones” y el “Black
Friday” que se dio en semanas pasadas. En el mercado se ofrecieron promociones
que podían pagarse en moneda extranjera, todo esto en medio de una crisis de
servicios públicos como electricidad, el agua y aseo que, prácticamente, son
gratuitos, sumado a que el pago del transporte público también se propone por
parte de los sindicatos del sector en ser cobrados en divisa extranjera.
El
“petro” como criptomoneda, sigue ganando espacio en el mercado nacional, y
algunos emprendedores viven y sobreviven con esta dinámica cambiaria.
Nuestra
economía ha logrado una hipertrofia financiera, debido a que los indicadores de
la micro y la macroeconomía, son un fenómeno de asombro negativo para la
economía mundial.
Hoy
la realidad de los comerciantes, luego del “Black Friday”, apunta a que existe
mucha gente y pocas bolsas de compra en los centros comerciales. La contracción
se evidencia aunque los venezolanos le busquen la vuelta a la crisis y cada uno
en su dimensión se las ingenia cómo darle cara a la escenario recesivo de la
economía.
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